La Biblioteca Vaticana expone los manuscritos del mar
Muerto, que incluye algunos de los fragmentos descubiertos en 1947.
Este hecho es prueba del nuevo interés que han suscitado los documentos de la
secta esenia de Qumrán, y muestra que la Biblia llegada hasta
nosotros se ha transmitido siempre con una fidelidad extraordinaria.
La
mayoría de los fragmentos más o menos amplios,
corresponden al Antiguo Testamento (AT); sin embargo, hay un
marcado interés por comprobar si algún libro del Nuevo Testamento (NT) está
documentado en Qumrán.
En cuanto al AT, en Qumrán están documentados
todos los libros hebreos de la Biblia, excepto el de Esther. No todos
de la misma manera: algunos, como el libro de Isaías, están prácticamente
íntegros; de la mayoría, sólo hay pequeños fragmentos. Muchos de estos
fragmentos son conocidos solamente por publicaciones provisionales y dispersas;
si se cumplen las previsiones de los editores, aparecerán en los tomos X y XII
de Discoveries.
El hallazgo de los documentos bíblicos es de enorme
importancia, pues las copias completas más antiguas que conocíamos eran
aproximadamente de los siglos IX-X d.C. Con los manuscritos de Qumrán, que
pertenecen al siglo I e incluso II a.C., hemos ganado más de mil años en la
antigüedad de los testimonios. De ahí que sea del mayor interés comprobar si los
textos hallados en Qumrán coinciden con los conocidos hasta ahora; y, en caso de
alguna discrepancia, valorar cuáles serían los factores y las causas de las
variantes.