Monseñor Salvatore Pennacchio, ha sido nombrado por el papa Francisco nuevo
nuncio apostólico en Polonia, hasta ahora destinado en India y Nepal. “Confiando
en el Señor y la Virgen” es como recibió la noticia de su nuevo destino.
Monseñor Pennacchio se considera además un hijo espiritual del Papa San Juan
Pablo II, porque fue ordenado obispo por él. Napolitano y de 63 años, es un
devoto de la Virgen de Czestochowa y también un gran apasionado
del fútbol.
Publicamos a continuación la entrevista:
¿Cómo recibió la decisión del Santo
Padre?— Mons. Pennacchio: En espíritu de
gratitud y obediencia al santo padre Francisco, como cada vez que he sido
llamado a un nuevo campo de la misión y del servicio, siempre confiando en el
Señor y la Virgen.
¿Cuáles son los lazos que le unen a
san Juan Pablo II?— Mons. Pennacchio: Me
considero un hijo espiritual del papa san Juan Pablo II, porque fui ordenado
obispo por él, en la solemnidad de la Epifanía, 6 de enero de 1999, y me envió
como nuncio apostólico en Ruanda. Desde mi primera misión en Panamá, como
secretario de la Nunciatura (1979), y hasta la misión en Tailandia y algunos
países del sudeste asiático, el papa San Juan Pablo II acompañó, con paterna
solicitud, mis pasos en este servicio, que él me había confiado. Como muestra de
agradecimiento al Santo Padre, elegí como mi lema episcopal Nolite timere (No
tengáis miedo), recordando las palabras que el Papa polaco dijo con fuerza a los
fieles en la misa de inauguración de su pontificado: “¡No tengáis miedo, abrid
las puertas a Cristo!”.
¿Ya ha estado en Polonia antes? ¿Qué
impresión tiene de Polonia y de los polacos?— Mons. Pennacchio: En julio
de 2009, conmemorando el 10º aniversario de mi ordenación episcopal, visité
Polonia por primera vez con un grupo de amigos de la Asociación de Voluntarios
“Nolite Timere”. La fundé junto con el párroco de mi ciudad natal, Giugliano (en
la diócesis de Aversa), para ayudar a los niños del pueblo de Nazaret en Mbare
(Ruanda), un lugar que san Juan Pablo II hizo construir para los huérfanos y
niños necesitados después del genocidio de 1994. Nuestra peregrinación nos
llevó, en especial, a los lugares vinculados a la memoria de san Juan Pablo II.
En esa ocasión, llegué a conocer Polonia, su historia y cultura, y sobre todo a
la fe de los polacos, y de inmediato dejó una buena impresión en mí.
Durante mi ministerio sacerdotal y el servicio diplomático, he tenido la ocasión de admirar las bellas cualidades de mis amigos y colaboradores polacos en el servicio diplomático de la Santa Sede y también en la Curia Romana. El arzobispo Marek Zalewski, actualmente nuncio apostólico en Zimbabwe, fue mi primer compañero de trabajo en Tailandia, y mi sucesor directo en la India es Mons. Henryk M. Jagodziński.
Durante mi ministerio sacerdotal y el servicio diplomático, he tenido la ocasión de admirar las bellas cualidades de mis amigos y colaboradores polacos en el servicio diplomático de la Santa Sede y también en la Curia Romana. El arzobispo Marek Zalewski, actualmente nuncio apostólico en Zimbabwe, fue mi primer compañero de trabajo en Tailandia, y mi sucesor directo en la India es Mons. Henryk M. Jagodziński.
¿Cuáles son sus pasatiempos e
intereses?— Mons. Pennacchio: Tengo
pasión por el fútbol; en mi juventud, me gustaba jugar, pero ahora, dada mi edad
y peso, tengo que disfrutarlo en la televisión o cuando tengo la oportunidad de
ir a un estadio. Por supuesto, siendo un verdadero napolitano, soy fan de
“Napoli”, un club que acaba de firmar un contrato con dos jugadores polacos
talentosos.
Quisiera aprovechar esta primera oportunidad para enviar mis respetos a las autoridades polacas y un saludo fraterno a mis hermanos en el episcopado, a los sacerdotes, religiosos y religiosas, a los seminaristas y a todos los fieles laicos, en particular a los jóvenes que han inspirado y vivido la última Jornada Mundial de la Juventud.
Poniendo mi confianza en la protección maternal de Nuestra Señora de Czestochowa, Reina de Polonia, a todos les pido que oren por mí.
Quisiera aprovechar esta primera oportunidad para enviar mis respetos a las autoridades polacas y un saludo fraterno a mis hermanos en el episcopado, a los sacerdotes, religiosos y religiosas, a los seminaristas y a todos los fieles laicos, en particular a los jóvenes que han inspirado y vivido la última Jornada Mundial de la Juventud.
Poniendo mi confianza en la protección maternal de Nuestra Señora de Czestochowa, Reina de Polonia, a todos les pido que oren por mí.
Fuente:https://es.zenit.org